lunes, 11 de junio de 2012

Reclaman ante la Justicia ubicar los cuerpos de los primeros guerrilleros guevaristas del EGP, asesinados en 1963


En Salta contra el olvido y por la memoria

Coincidió en Salta la realización de dos encuentros, el del Poder Judicial de la Nación y la Honorable Corte Suprema de Justicia de la Nación y el de La Semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia. El primero en la capital en un lujoso hotel que fue cerrado por el gobernador menemista Juan Carlos Romero y el segundo en Oran convocado por la Comisión de la Memoria de Oran, que contó con la presencia de militantes de esa provincia, Jujuy, Catamarca, Rosario y Zona Norte de Buenos Aires, entre otras delegaciones. Una de las acciones, como lo anticipara Causa Popular, fue la presentación judicial para reclamar que el ubique los cuerpos de los primeros guerrilleros guevaristas del EGP, desaparecidos en 1963, al ser derrotados por la Gendarmería.

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos son los dueños de todas las otras cosas” La definición es de Rodolfo Walsh y es uno de los argumentos políticos de la presentación judicial en el Juzgado Federal de Oran, rubricados por David Leiva, Guido Salomón Villena, Hugo Tapia, la Comisión por la Recuperación de la Memoria de Campo de Mayo, la APDH de Rosario,Tito Ripodas,  la periodista Stella Calloni, representantes de organizaciones sociales, campesinas e indígenas de las provincias del norte y ex presos políticos de las últimas dictaduras militares. “A más de cuatro décadas de estos sucesos, el escenario de la memoria y de la historia, el universo de los hechos y personajes, se sitúa entre las fuerzas de vencedores y vencidos, en donde el relato se expone como botín de guerra, de quienes se apropiaron del cuerpo de Ricardo Masetti y Oscar Altamira Guzman, e imponiéndonos de versiones de lo que podemos recordar y de lo que debemos olvidar, signando nuestro futuro”, se lee en otro tramo del texto dejado en Mesa de Entrada del Juzgado Federal porque no había ningún funcionario que lo recibiera.

Lo de botín de guerra no es extemporáneo: la Gendarmería Nacional hasta el día de hoy reevindica en los desfiles en Salta y sus páginas oficiales la represión de los combatientes del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y la desaparición de quien fuera su jefe, Ricardo Masetti, el “Comandante Segundo”. Masetti fue uno de los fundadores de la agencia de noticias Prensa Latina, en los albores de la Revolución Cubana y amigo personal del Che.

Empero, no fue la única acción demandar que el Estado participe activamente en la búsqueda de los cuerpos de Masetti y Altamira Guzman, como lo hace actualmente una delegación del Gobierno de Cuba en Oran, sino que el conjunto de los participantes en la Semana de la Memoria en Oran, en paneles, talleres y resumidos en el plenario final reclamaron la aceleración de los juicios a los responsables intelectuales y materiales de las violaciones a los derechos humanos, cárcel común a los genocidas, el repudio a los proyectos de ley presentados en el Congreso de la Nación para beneficiar con pensiones a los que participaron del “Operativo Independencia”, el inicio del Terrorismo de Estado en Tucumán 1975, la indefensión de las familias campesinas e indígenas en la defensa de sus tierras de los que son desalojados con impunidad, denunciar los asesinatos de jóvenes a manos de las fuerzas policiales, la censura cultural por la Municipalidad de Oran, el procesamiento del periodista Sergio Poman, llevado a cabo por el gobernador Romero, por haberse sentido injuriado por acusaciones de corrupción, entre otras resoluciones en el plenario de la militancia en Oran.

En los mismos días que en Salta Capital, el pleno del poder judicial nacional deliberaba sobre su funcionamiento, la “necesidad de independencia”,... la necesidad de que se le amplíen los recursos económicos y, más que obvio, no dijeron ni una sola palabra sobre la morosidad en los juicios por las violaciones a los derechos humanos. Un deliberado olvido para las más de 800 causas obturadas por fiscales y jueces federales. Precisamente la familia del gobernador Miguel Ragone, detenido desaparecido el 11 de marzo de 1976, reclamaron que garantice su investigación, y al igual que las organizaciones de derechos humanos, el fusilamiento de presos políticos en junio de 1976, y todos los asesinatos y las detenciones ilegales durante la última dictadura militar. Justicia, Verdad y Justicia que implica que los fiscales y jueces de la Justicia Federal, entre ellos Miguel Medina y Horacio Aguilar, sean separados de sus cargos, porque de lo contrario la impunidad seguirá como hasta hoy. Como se dijo y se repitió en Oran, donde el olvido esta lleno de memoria.

martes, 5 de junio de 2012

Aseguran que a Jaime lo mataron policias

El juicio por la megacausa de la UNSa convocó ayer a nuevos testigos en la Sala de Grandes Juicios de la Ciudad Judicial, donde 19 imputados deberán responder ante el Tribunal Federal Oral en lo Criminal de Salta por los 37 casos de terrorismo de estado que les imputan. En esta ocasión los testimonios se centraron en el secuestro y asesinato del gremialista Eduardo Fronda y el periodista Luciano Jaime y en la masacre de cuatro militantes de izquierda en Rosario de Lerma. Por estos hechos están acusados el exjefe de Policía Miguel Gentil, el exdirector de Seguridad de la fuerza Joaquín Guil y el exoficial de la Federal Juan Carlos Alzugaray.

Carlos Arturo Holmquist, exmiembro del Frente Revolucionario Peronista, aseguró haber visto a Fronda detenido en la delegación de la Policía Federal. “Lo vi a una distancia cuando me llevaban al baño; estaba con el torso desnudo y esposado de una mano”, aseguró el testigo. También cree que lo alojaron en la misma celda de Fronda la noche que lo sacaron de la cárcel para asesinarlo. “Yo estaba con los ojos vendados y sentí que alguien se quejaba a mi lado; solo alcancé a escuchar que me decía que lo habían golpeado mucho, que le habían quebrado el brazo”, relató.

En relación con el asesinato del periodista Jaime, ocurrido el 12 de febrero de 1975, declaró el exjefe de redacción del diario el Intransigente, Rodolfo Plaza, quien expresó que todo indica que la eliminación del periodista fue obra de miembros de las policías de la Provincia y de la Federal. Dijo que Jaime quedó en la mira del aparato represivo luego de haber publicado artículos que involucraban a esas fuerzas en el asesinato de Fronda, ocurrido en enero de ese año. “Días antes el jefe de la Federal (Federico Livy) me hizo llamar para expresarme su malestar por esas notas”, reveló. Silvia Troyano, quien se desempeñaba como periodista en esa época, manifestó que Jaime le confirmó que vio a Fronda en la Central de Policía y que días antes de su desaparición lo notó aterrorizado porque sabía que en cualquier momento lo iban a “chupar”. “Pedí al director del diario, Lucio Paz Posse, que hiciera algo y me respondió: ¿Qué querés que nos maten a todos?”, contó. Según Troyano, en el periódico había gente enquistada que respondía a las fuerzas de seguridad. “Néstor Quintana era uno de ellos”, sentenció.

Luego fue el turno de los policías que intervinieron tra la masacre de cuatro jóvenes, considerados extremistas, en Rosario de Lerma. El 20 de abril de 1975 Alfredo Mattioli, Liendro Marcial, Marcos Sergio Estopiñan y Ricardo Tapia estaban en una casa de Villa Mercedes cuando fueron rodeados por medio centenar de policías. Los cuatro fueron acribillados. Para el fiscal Ricardo Toranzos, quedó probado que Guil comandó el operativo y que todo fue planeado por Gentil. Como en los juicios anteriores por delitos de lesa humanidad, los testigos policías recurrieron a la teoría del “no me acuerdo”. El presidente Carlos Jiménez Montilla y el vocal Mario Juárez Almaraz intercedieron en varias ocasiones para que los testigos respondan con verdad a las preguntas de los querellantes y el fiscal, pero no hubo caso.

 Falso testimonio

Paulino Lara, un sargento de la Policía, se salvó de quedar detenido al haber evidenciado que faltó a la verdad durante su testimonio. El querellante David Leiva no pudo ocultar su malestar con la actitud del testigo, lo mismo que el fiscal Toranzos. Pese a que el Tribunal rechazó la detención, dispuso que se giren las actuaciones al fiscal en turno para que investigue a Lara por falso testimonio.

Doloroso relato de una mujer en el juicio por la “causa UNSa”

Una exdetenida comprometió al imputado Juan Carlos Alzugaray
El debate comenzó con el caso del gremialista Eduardo Fronda. Continuarán declarando otros testigos.

Con el crudo relato de una exdetenida se inició ayer la ronda de testigos en el juicio por la denominada “causa de la UNSa”, que involucra a 19 imputados por delitos de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar en la provincia de Salta contra 37 víctimas.

El debate en la Sala de Grandes Juicios de la Ciudad Judicial comenzó con el caso del gremialista Eduardo Fronda, cuyo cadáver fue encontrado el 5 de enero de 1975 con 39 impactos de bala y signos evidentes de tortura, luego de haber sido detenido por la policía local. Por este hecho están imputados el exdirector de Seguridad de esta fuerza, Joaquín Guil, y Juan Carlos Alzugaray, exmiembro de la Policía Federal. Julia Beatriz García, la primera testigo convocada por el Tribunal Oral Federal en lo Criminal, comprometió a Alzugaray, al que sindicó como uno de sus torturadores cuando en 1975 fue detenida por una patrulla de la Federal en su lugar de trabajo.

Contó que el año anterior se había radicado en Salta con su familia, procedente de Bahía Blanca, luego de que la Triple A asesinara a un hermano suyo de 18 años. García relató que en el edificio de la Federal fue sometido a todo tipo de torturas y de abusos por parte del entonces jefe de esa fuerza, Federico Livy, y de Alzugaray. La mujer calificó a Livy como “un siniestro personaje”, ya que llevaba a su hijo de ocho año para que asista a las sesiones de tortura. De Alzugaray refirió que se hacía el bueno, el seductor y que la sometía a manoseos, mientras la mantenía desnuda atada a un catre. “Me hablaba al oído diciéndome que le dolían las torturas a las que me sometían y que lo mejor era que hablara”, expresó.

“¿De quién le preguntaban?”, indagó el fiscal Ricardo Toranzos, a lo que la testigo respondió: “De la gente que militaba con nosotros, de Evangelina Botta, de su esposo y otros”. Por último valoró el hecho de que los acusados de delitos de lesa humanidad sean enjuiciados y que los sobrevivientes tengan la posibilidad de relatar sus terribles vivencias.

Fue testigo de una violación

El momento más dramático del testimonio de Julia Beatriz García fue cuando relató los abusos que sufrió y la violación de una detenida. Recordó que en una oportunidad la llevaron a la sala de torturas junto Evangelina Botta de Nicolai, una de las víctimas de la masacre de Palomitas. “Yo tenía 21 años y Evangelina me protegía; Alzugaray aprovechó esta circunstancia para extorsionarla; ese día la violó delante mío y por esta situación abortó, ya que estaba embarazada de pocos meses”, describió. La mujer se emocionó hasta las lágrimas al recordar esos dramáticos momentos. “Me llevaron a la cárcel y allí lo volví a encontrar a Alzugaray, quien me volvió a torturar cuando descubrió que alguien nos dejó un diario”.

También declaró Luis Rubén Fronda, hermano del gremialista acribillado a un costado de la ruta que une San Lorenzo con Vaqueros. Eduardo Fronda fue visto con vida días antes de su asesinato en la Central de Policía de la provincia y en la delegación de la Policía Federal, en calidad de detenido, donde se quejaba del dolor producido por las torturas que sufriera. Era miembro del Sindicato de Vendedores Ambulantes, militaba en el Frente Revolucionario Peronista y actuaba en la Agrupación Lista Verde, que apoyaba al gobierno de Miguel Ragone. “El periodista Luciano Jaime, quien fue asesinado por haber difundido en el diario El Intransigente lo ocurrido con mi hermano, me contó que estuvo detenido en la Central de Policía”, señaló. Dijo que su hermano Hugo, que era policía en esa época, supo que detrás de esto se encontraba el imputado Guil y que por esta situación tuvo que pedir el retiro de la fuerza.

Testigo acusó a Alzugaray de abuso sexual y violación

Por primera vez en Salta, una sobreviviente de la represión paraestatal y estatal de la década del 70, contó que fue víctima de abusos sexuales durante su detención en la delegación de la Policía Federal de Salta. La testigo acusó al ex policía federal y ex guardiacárcel Juan Carlos Alzugaray, quien también vió cuando violaba a otra detenida, luego asesinada en la Masacre de Palomitas. Ayer mismo el Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta remitió la declaración al fiscal federal penal de turno para que se investiguen estos delitos.

Julia García fue la primera testigo del juicio oral y público por 34 crímenes de lesa humanidad que se lleva a cabo en la sala de grandes juicios de la Ciudad Judicial. Venida especialmente desde Viedma para prestar declaración, Julia llegó a los tribunales acompañada por su madre, Marcela García, cuya presencia trajo a la sala –por primera vez también- el pañuelo blanco de Madres de Plaza de Mayo. Recuerda a Luis Jesús García, “El Negrito García”, asesinado, a los 18 años, el 22 de septiembre de 1974 por la Triple A en Bahía Blanca, donde residían los García.

Fue precisamente este hecho el que motivó a la familia de Julia –madre y dos hermanas más, aún adolescentes- a venir al norte, donde tenían parientes. Su abuela –la madre de Marcela- vivía en un humildísimo barrio de Libertador General San Martín y un tío estaba radicado en la ciudad de Salta. Marcela y las hijas menores fueron a vivir a aquella localidad, mientras que Julia se quedó en Salta, con trabajo en la firma Olivetti, cuyas oficinas estaban entonces por la calle Caseros, cerca de Florida.

De ahí la sacó un grupo grande de policías. A pesar de que sus compañeros intentaron defenderla, fue llevada casi en andas y depositada en un automóvil. Con la cabeza gacha la obligaron a viajar hasta un punto –cercano- en el que el vehículo se detuvo, Julia tuvo la impresión de que alguien la observó, y luego siguió su  marcha hasta la delegación local de la Policía Federal donde la esperaban el jefe, el comisario Federico Livy (ya fallecido) y Alzugaray. “Ahí empieza, creo, lo peor”, anticipó Julia antes de narrar las torturas a las que fue sometida por el jefe y Alzugaray, que en este debate debe responder por el secuestro, las torturas y el homicidio del militante del peronismo revolucionario Eduardo Fronda, cometido el 8 de enero de 1975, hecho por el que también es juzgado el ex comisario Joaquín Guil.

Julia contó que la impresionó Livy “por lo bruto que parecía, y violento”. En cambio, Alzugaray “en mi caso se hacía el seductor, me sentaba en una mesa y me hablaba al oído, me susurraba: que era linda, que no permitiera que me estropearan”.

Ese grotesco de seducción no impidió a Alzugaray abusar sexualmente de Julia cuando esta era sometida a la picana eléctrica, en una cama de hierro, desnuda, con los brazos y piernas atados.

En la Federal se encontró con Marta Evangelina Botta de Linares, a quien conocía por la militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Allí también fue testigo de la violación a la que la sometió Alzugaray. Julia recordó que Evangelina estaba embarazada, y que perdió este embarazo debido a la tortura. “Ella siempre intentó protegerme, por eso la recuerdo con tanto amor y la extraño tanto”, añadió más adelante, con la emoción dificultándole el habla.

La testigo recordó otros detalles de su estancia en la Federal: el señor que atendía un carrito frutero en las cercanías de Olivetti estaba ahí, participando de las torturas, de las que participaba también alguien que hablaba en inglés fluido. Y Livy no se contentaba con golpear y humillar: “Llevaba al hijito, que era un chico que tendría 8 años, a la sala de torturas. Eso hacía Livy”.

Cuatro días estuvo Julia en la Federal, luego fue trasladada a la cárcel de Villa Las Rosas, donde convivió con otras 13 presas políticas, entre ellas la propia Evangelina, que iba a ser asesinada en la Masacre de Palomitas, el 6 de julio de 1976, junto con otras compañeras de cárcel a quienes la testigo recordó: María Amaru Luque, Georgina Droz, Celia Leonard y Nora Leonard, que sobrevivió a la Masacre.

En Villa Las Rosas la testigo vivió dos momentos particularmente dolorosos: un día Alzugaray y otros carceleros la torturaron a ella y a Evangelina tras descubrir que un preso común les dejaba el diario bajo una piedra todos los días, “pero lo que más me dolió” y le quedó en la memoria fue la paliza que recibió este hombre, del que no supo más. El otro hecho ocurrió en el 77 cuando iban a recibir la visita de enviados de la Cruz Roja Internacional: los carceleros les habían advertido que no debían hablar de los maltratos y las malísimas condiciones de detención; luego vino gente diciendo que era de la Cruz Roja, una detenida contó lo que realmente pasaba, entonces los supuestos enviados se desenmascararon: no eran de la Cruz Roja. Aterrorizada, la detenida fue al baño y se cortó las venas, la ayuda rápida de sus compañeras de detención le salvó la vida.

En abril o mayo de 1977 Julia García fue trasladada a la cárcel de Devoto, de donde salió, con libertad vigilada, en agosto de 1980. Entonces se radicó en Viedma, donde vivía su padre. Recién en diciembre de 1981 quedó libre definitivamente. Durante su detención Julia no recibía visitas, dado que su familia debió esconderse luego de que lograran salvarse de un grupo del Ejército que fue a buscarlas a Libertador.

Ayer terminó su declaración agradeciendo la posibilidad de declarar y pidiendo “cárcel común”.